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Carlos Acosta , Puerto Madryn

 

I

 

Flores desnudas en manos de la muerte.

El último cigarrillo se apaga en un charco

donde la luna duerme y el gemido de la calle

se esconde tras el eco de mis pasos.

Sospecho que estoy atado a mi libertad

anclado en una palabra

llena de máscaras vacías.

Ya son parte de la nada mis ojos

mi boca tortura un grito silente en la oscuridad

y se retuerce en el fuego

donde comienzan a extinguirse

las voces de mi voz.

 

Empujado por los brazos del destino

una y otra vez sigo cayendo

en los pozos del alma.

 

II

 

Lo ojos se quiebran de luz

las manos se abren al frío

y ocultan líneas de fuego

donde se quema el destino.

El mar encerrado en una botella

se ríe de la lluvia,

ya no hay nada

que se alimente del tiempo

no hay luna que no caiga

en las cavernas de la noche,

ya no hay un beso que respire en mi boca.

Ahora todo a mi alrededor

es aire,

es sombra,

es parte del vacío de estas cadenas.

 

 

Bocanadas

 

Entro y salgo del combate

escondido

voy

soy

estoy

bajo los escombros

bajo las miradas

sólidas y desprolijas

bajo el pie del cazador

entro

las flechas cruzan tu jardín plateado

sangran las espinas y los pétalos de cada bestia

y salgo

el viaje solo lleva a otro viaje

navegar en esta hierba hasta el principio del día

atravesar risas, gotas con sonido vegetal

escondido entre piernas y brazos

voy

a buscar la claridad que crece de a poco

soy

la tierra que tira de tus raíces

estoy

sobre piedras que arden

sobre luces demasiado espesas

sobre los primeros escalones

afilando tu inocencia.

 

 

piedra es piedra

 

piedramar

sal o lágrima

abrigo

boca que sangra

herramienta

extensión de la mano que arroja y del pie que esquiva

piedrasol

lengua blanca

vértigo

palo y raíz

cabeza de flecha en el corazón y en la cabeza

piedrazul

agua o luz

sangre marina

que golpea las puertas, los ojos y las mentes que no abren.

 

 

 

Lo que mata

 

Verte niña de pies torcidos o desnuda y toda forma de aire, verte colgando de una fotografía o en la calle (como una aparición) aunque no estas y trato de convencerme de que si, que cruzaste y me dejaste el color de tu pelo, tu color verano. Supongo que donde estaba el corazón quedan cosas como esas y supongo también, que cuando empiezo a pensar en esto y así es cuando lo pienso de esta forma comprendo que estoy demasiado borracho demasiado cansado para pensar, sobre todo para decir eso para decir lo que pienso.

 

Carlos Acosta

 

 

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