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Inés
Bombara
Narradora
Por
Silvia Castellón “Llevar
los cuentos como equipaje” Ella
tiene una profesión, cuenta cuentos. Lo
hace con niños y adultos, en escuelas, bibliotecas, al aire libre, donde haya
algún grupo interesado en
escucharla. Fue invitada por la “Fundación Crear”, haciendo varias
presentaciones para las escuelas de la ciudad. Realizando un encuentro con los
adultos en un pub madrynense. Expresa
que a los niños no se les debe hablar con diminutivos, por eso elige a autoras
infantiles como Graciela Montes y Graciela Cabal. Su preocupación son los
adolescentes. No le interesa que sus cuentos dejen una moraleja, sin embargo
tiene un compromiso con “la palabra precisa”, sin artificios. Es respetuosa
de cada escritor que recita, puesto que citó
en su actuación en “La oveja negra”, cuentos de Eduardo Galeano, Ana
María Shúa, entre otros, donde sus dichos, no tuvieron más que agregar, que
los gestos que acompasaron la melodía instalada del cuento. Ya que en ciertos
momentos, su voz envolvía la sala integrando a los espectadores como partícipes
del ensueño de la narración. Tiene
una utopía, caminar los cuatro puntos cardinales haciendo soñar a la gente y
poseer talleres que formen a jóvenes para que después estos narren a otros. Es
oriunda de Castelar (Buenos Aires) y
a los cuarenta y ocho años, confiesa que es mamá y narradora, pero es algo que
se invirtió en los últimos años con el crecimiento de sus hijos. Vive a los
saltos con esto de llevar la palabra hablada a diferentes sitios, pero está
viva haciendo algo que le gusta. Inés
mira, conversa y capta cada movimiento y cada palabra que luego pueda ser tomada
para sus narraciones. Los olores, las caras, todo forma parte del equipaje que
aumenta en cada viaje para prontamente ser contado en algún escenario. Entre
los consejos que da, para ser un buen narrador, dice que todo es cuestión de
tiempo y de pasar por el cuerpo las
imágenes. *** -¿Como
nace tu relación con la palabra? “Con
la palabra escrita, puedo decir que vino conmigo porque siempre me gustó la
lectura. Cuando nos reuníamos en casa de algunos familiares, me perdía en sus
bibliotecas a deleitarme con libros que no conocía. Con
respecto a la palabra hablada, si bien una conlleva a la otra, creo que esto
también lo traigo desde siempre, junto al gusto por el teatro y la expresión
en todos sus aspectos. Quizás
una charla me cueste más, que el hecho de estar frente al público, porque a
pesar que hay un pequeño nerviosismo, siento que me carga de pila cuando estoy
por narrar. Lo que se me hace insoportable es la espera y los preparativos”. -¿Como
se resuelven los olvidos en una actuación? “Nunca
suelo repasar nada, porque el oficio de narradador hace que lleves los cuentos
con vos. Alguna
vez me olvidé en escena una poesía y tuve que emplear recursos, como los
silencios escénicos, mientras voy buscando desesperadamente en la memoria lo
que se fue; hasta que me relajo y la idea vuelve sola. Con el cuento no es tan
problemático, porque se puede continuar de alguna forma mágica hasta que se
retorna a lo escrito originalmente. Por suerte en cuatro años de carrera
profesional y en diez de carrera total, me pasó solamente tres veces”. ¿Cuando
comienza la carrera de narradora? “Comencé
contando cuentos por la noche a mis hijos (tengo una hija 25 años y un hijo de
18). Esto hizo que ellos sean buenos lectores. Pero no sucedía lo mismo con los
demás compañeritos. Allí me decidí a ir a leer a la escuela de mi hijo
menor, como una actividad de tercer grado, donde los padres teníamos que
colaborar con el aula. Esto se transformó de un viernes cada tanto, en algo
habitual. Para luego convertirse en un taller donde los niños iban a leer, a
otros más pequeños y al geriátrico. Luego
de tanto manejar textos y resumirlos, comenzó la narración oral sin libros. En
ese tiempo me entero que hay una carrera de “Técnico en narración oral”
(en Buenos Aires), la cual da una base bastante completa en literatura,
comunicación social y además, con pasantías. Poseo un título de validez
oficial, otorgado por el “Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires” a través
de la Secretaría de Educación. Es en cierta manera es un precedente, ya que
también recibo un sueldo, aunque a veces los pagos sean irregulares”. ¿Proyectos
futuros? “Estoy
dando un taller de narración oral en un colegio de la ciudad de Buenos Aires. En
cuanto al futuro mi utopía es recorrer el país contando. Ahora impensadamente
se está dando. Esto te lleva a una
elección y hoy elegí vivir de esta manera, aunque sea a los saltos. Si viene
un reconocimiento, bienvenido sea. En
mayo de 2005, se espera realizar un “Encuentro de narradores” en Puerto
Madryn, que consistirá en traer gente varios lugares, por ejemplo de México y
Colombia, entre otros. Los organizadores son Miguel Oyarzábal y Bruno Di
Benedetto. Con
respecto a los talleres planteados que se van a dictar, uno lo va a dar Laura
Dipolito y otro lo voy a presentar yo”. ¿Qué
expectativas se presentan en cada
actuación? “Cuando
relato cuentos en las escuelas, pido que vengan las familias, porque al adulto
le gusta escuchar cuentos, pero el que realmente está necesitado de ellos, es
el adolescente. El
cuento es una herramienta para atravesar esta etapa ya que pone afuera todos los
conflictos, los temores y los pesares que uno tiene internamente. Esto puede
establecer un vínculo muy interesante en esta la etapa de cambios, puede darle
protagonismo enriquecedor, pudiendo brindar su acción a otros. Esto viéndolo
como expectativa a futuro. Esta
tarea me interesaría mucho darla también como taller fuera del ámbito
escolar”. ¿Desde
que punto hacés esta función? Para
poder dar, tenés que haber recibido. No se puede imponer una tarea. Primero
cada uno tiene que sentir que pasa por dentro cuando se escucha un cuento, y si
se esta seduciendo con la lectura. Cuando se es fiel a lo que se piensa y cree, se puede
transmitir a los demás.
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