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Roy Centeno HumphreysEscritor
Por Silvia Castellón “Me
toco vivir en una época donde muchas cosas nacían con el siglo”
En la ciudad de Trelew decidieron ponerle su nombre a una biblioteca popular. Los padres de la “Agrupación Barrio Este”, llevan adelante este emprendimiento para brindarles a los niños, un lugar de esparcimiento y contención a través de la lectura. “Roy Centeno”, carismático escritor que siente una especial atracción por los niños, continúa su labor desde su casa ubicada en la ciudad de Puerto Madryn. Recordemos que existen en su haber varios libros publicados, entre ellos: “Evangelio y Don Eduardo”, “Go Patagonia, dijo Edwin”, “Capraro, Emperador de Bariloche”, “El hombre que se creía tango” y la “Sobrina”. Después
de haber vivido numerosos años en Estados Unidos realizando tareas de
periodismo en importantes medios como United Press International y France Press,
hoy recopila datos sobre sus familiares, pioneros del famoso desembarco en las
costas madrynenses, realizado desde Gales en la goleta
Mimosa. * Roy siempre tiene ricas historias que contar; sobre su tía abuela María Humphreys (primer mujer galesa nacida en Puerto Madryn), sobre las experiencias acerca de las novedades de principios del siglo XX, y muchas otras. En esta oportunidad, recordó algunas de ellas: “Sucedió en Bariloche en el año 1932. Una vez, estábamos con un grupo de amigos jugando y escuchamos que alguien gritó ¡Hay viene, hay viene! Miramos hacia arriba y acompañada a la imagen visual, había un gran ruido, pudimos percatarnos con mucha curiosidad que se trataba de un avión, aparato por el cual, la maestra no pudo darnos las explicaciones precisas, acerca de cómo se mantenía en el aire. Logramos saber luego, que el avión había venido a buscar a unos andinistas Italianos, que se habían perdido en el monte Tronador, a los cuales nunca pudieron hallar. Esto para mí fue maravilloso, porque era la primera vez, que pude observar algo más grande que un pájaro volando en el cielo”. “En otra oportunidad cuando tenía siete años, en 1928, recuerdo que uno de los galeses del pueblo tenía un taller mecánico y en ese lugar había un gran motor. Se corrió por esos días, la versión de que allí, en la casa del “Gringo Evans” se iba a hacer luz. Lo que pensábamos nosotros era, como lograría hacer esto; si uno ni siquiera podía tomar la luz con las manos. Nos rondaba una tremenda curiosidad. Llegado el momento, una tarde, cuando la versión se afianzó y nos dijeron la hora en que ocurría esta magia, corrimos con unos amigos al taller del gringo y nos sentamos hacia el fondo, fue allí cuando escuchamos el gritó al peón -¡Dale ahora!, ¡Dale ahora! Y nada. Posteriormente y después de algunos ajustes, lo que creaba aún, mayor intriga en nosotros, volvió a dar el grito de -¡Dale ahora! De repente una lámpara con la forma de una botellita, que tenía filamentos que subían y bajaban, se puso amarillenta y después blanca. Fue así, que ante nuestros atónitos ojos, apareció por primera vez la luz eléctrica”. |
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